Leocadio Ccaccya Enciso
¿Puede llamarse pukllay a la actuación distorsionada y
deformada para ganar un concurso con el único fin de obtener el premio, donde
en vez de alegrarse y disfrutar “los que
actúan realizan un descomunal esfuerzo físico… que origina múltiples desmayos”?
(1)
La esencia del pukllay, creo, está en la genuina
celebración de cada pueblo, con sus particulares matices; cualquier otra
representación o actuación en un concurso, aunque se llame pukllay, no pasará de ser una mera copia incompleta.
Lo que sigue es un
relato, a partir de mi experiencia vivida, de la original celebración del pukllay en la comunidad de Pomacocha.
Los abuelos en
Pomacocha llamaban pukllay a lo que
hoy conocemos como carnaval. El pukllay
es y será en esencia el mismo, aunque cambiemos de denominación. No tiene
relevancia discutir si se denomina carnaval o pukllay.
Pukllay es en Pomacocha una de las más grandes celebraciones
fastuosas y alegres que se prolonga por una semana ininterrumpida durante las
veinticuatro horas del día.
Los preparativos,
sin embargo, demandan hasta un año; por ejemplo, hay caballos que se destinan
exclusivamente para el pukllay y no
son utilizados en ninguna otra actividad, descansan e invernan todo el año,
éstos deben ser los mejores en cuanto a velocidad, resistencia y brío para
correr cabalgando kilómetros durante los días domingo, lunes y jueves. Hay
caballos que al escuchar las melodías de la quena o los sonidos del cascabel paran la oreja y
hasta simulan bailar.
El vestuario demanda
también meses de elaboración desde el hilado, el teñido y el torcido del hilo
para el tejido de los ponchos, las llicllas,
las hileras, etc.; la wark'a es otra
obra de arte que se confecciona con bastante anticipación, empezando por el
hilado hasta el trenzado, los látigos utilizados en el siqullu se trenzan meses antes; las trenzas que adornan el
cascabel no se confeccionan en unos días, éstas se hacen y adornan con bastante
anticipación y paciencia; otras indumentarias que se confeccionan con bastante
anticipación son las riendas, el marimacho,
el lazo, la montura, el pellón, la alforja y todo lo que se requiere para
cabalgar en el caballo.
Aunque bien se
podría utilizarse toda la indumentaria del pukllay
anterior, por lo general se prefiere uno nuevo; el pukllay no solamente es pues una celebración festiva, era y es un
evento de exhibición y lucimiento.
En los días previos
los preparativos se intensifican, pero lo que adquiere mayor relevancia es la
preparación de la chicha de jora y el aprovisionamiento de carne que se lleva,
entre quenas y cantos, desde las alturas.
Al primer canto de
gallo del día sábado, en varias casas, el maíz pelado ya debió haber reventado,
en el perol, obligado por el inmisericorde fogón; en tanto las cocineras se
esmeran para dejar listo el caldo de mote, las autoridades deben levantarse ya
para organizarse y llamar a quienes le ayudarán para ese día; casi al amanecer
cuando los pájaros empiezan a trinar, varias personas interrumpen el silencio
en las calles, personas que van y vienen a las casas donde se realizará el
convido.
El día sábado es el
convido, se llama así a la invitación de comida y bebida que se hace a toda la comunidad tanto por
el Alcalde, sus regidores y el Agente Municipal como por el Presidente de la
Comunidad con sus miembros del Consejo Directivo y sus Daño Campo y el Gobernador con sus Tenientes, es decir, se forman
tres grupos, no pandillas (en Pomacocha no cabe esa denominación), un grupo
encabezado por el Alcalde, otro liderado por el Presidente de la Comunidad y el
tercero a cargo del Gobernador, cada grupo a su vez es conformado
por las autoridades menores con sus acompañantes, sus músicos, sus ajacamayuq y sus tragucamayuq.
Esa mañana las
autoridades se reúnen para coordinar los últimos detalles del recorrido que
deben realizar; mientras tanto los acompañantes se reúnen en la casa de las
autoridades, todos son recibidos con un delicioso desayuno; entre el desayuno y
la gente que se afana en alistarse a último momento, algunas melodías del pukllay ya se dejan escuchar.
Entre las siete y
ocho de la mañana, terminada la reunión, las autoridades apenas regresan a sus
casas para, con sus acompañantes, dirigirse a la casa de la autoridad mayor; de
allí el pukllay empieza a andar indefectiblemente, ni las inclementes
condiciones climáticas podrán detenerlo, esa mañana la tinka es muy breve.
En la casa de la
autoridad mayor hay una mesa grande cubierta por un mantel, sobre ella un
jarrón llena de chicha endulzada y unas flores muy frescas; mientras las
autoridades se sientan a la mesa, las cocineras y sus ayudantes empiezan a
servir del perol hirviendo el humeante caldo de mote al compás de las melodías
del pukllay; las autoridades reciben
como convido el caldo de mote o mondongo
acompañada de la ulla, esto es, dos
porciones de carne cada una en plato aparte, luego viene el chunku que consiste en servir dos frascos
pequeños de trago de parte de la casa; por su parte cada persona que por alguna
razón se encuentra en esa casa debe recibir su convido, se cuida que nadie
quede marginado, no importa que sea foráneo o desconocido,el convido debe
alcanzar para todos, la chicha y el trago abundan.
Terminado el
convido, de una de las autoridades, se va para la siguiente casa, a esa hora
son pocos los que cantan y muy pocos quieren beber, pero el pukllay ya recorre las calles haciéndose
escuchar por todo el pueblo; junto a las quenas, las tinyas, los cascabeles, el
arpa, el violín y el tronar de los zurriagos, la gente, vestida con trajes
multicolores y adornados con serpentinas, avanzan con canciones y guapeo
acaparando la calle entera. Ese día los varones aún no se disfrazan de las
llamadas damas, que nada de feminidad
tienen.
Cuando se llega a la
siguiente casa, se repite el convido. Nuevamente, más caldo de mote, más trago,
más chicha y sobre todo más pukllay. Tras
el bullicioso grupo siguen personas con sus baldes o baldesitos para recoger el
caldo de mote y la porción de carne que prefieren guardarlo. Como se ha dicho
en cada casa de la autoridad se realiza el convido. Conforme avanza el día, los
grupos son numerosos y el pukllay se
hace más desenfrenado y contagioso, ya casi todos cantan y menean, ya son pocos
los que se resisten a beber.
El pukllay pomacochano del sábado no es de
movimientos frenéticos, el goce, la adrenalina y su esencia de éxtasis está en
el entonar de sus canciones, cada canción expresa los hechos de la vida
cotidiana de la comunidad, al cantar en el pukllay
uno exterioriza sus sufrimientos, sus esperanzas, sus aspiraciones, sus amores
y desamores, etc. En el clímax del pukllay
el canto reemplaza a la palabra hablada.
Cuando el carnaval
haya recorrido el pueblo de un extremo a otro, cuando ya varios habrán llorado
de emoción, cuando ya muchos se desinhiben embriagados por la magia del pukllay o por los efectos del alcohol y
siendo entre las cuatro y cinco de la tarde habrá terminado el convido; pero el pukllay, apenas ha comenzado, a esa hora
el carnaval ha dejado a cada autoridad en su casa, luego con sus acompañantes
se alistará para el huatuy; allí
algunos Daño Campo aprovechan
realizar la tinka, otros lo hicieron
por la mañana. El watuy es la visita
que realizan las autoridades menores a las autoridades principales con mate
caliente, trago, chicha y carnaval, éste
comienza a eso de las siete de la noche y se prolonga hasta altas horas de la
noche.
Por la noche, aparte
del watuy, se forman grupos, sea
entre familiares, amistades, compadres o porque la casualidad hizo que se
encuentren, para salir a pasear; el paseo consiste en recorrer las calles al
ritmo de las canciones, las quenas, el cascabel, la tinya y algún instrumento
elegido por el grupo, los grupos que pasean recorren las calles a su libre
albedrío o si quieren se quedan en una tienda o una casa, beben y cantan, sobre todo
gozan; allí también nacen algunos amores. Los paseos empiezan el sábado y
suceden todas las noches que dura el pukllay,
algunos descansan temprano para reanudar al día siguiente, pero casi siempre
habrá un grupo que se amanece.
Aun cuando los que
pasean recorren el pueblo con el carnaval embriagado que les lleva sin rumbo
conocido, en la casa de todo los Daño
Campo las cocineras hacen su trabajo, los Daño
Campo deben levantarse con la resaca a cuestas, ese es su día; nuevamente
la gente entra y sale a sus casas, temprano llegan sus familiares, sus
amistades y todo los que van a acompañarle en su día, a todos se les sirve un
delicioso caldo como desayuno; todos llegan ataviados de sus mejores
vestimentas.
Las mujeres llevan polleras de colores vivos y
algunas de ellas bordadas, chompas coloridas, blusas que contrastan con la
chompa, es parte esencial la lliclla tejida con vistosos colores y figuras que
cargan en forma cruzada sobre la espalda, las hay también bordadas y de tejido
industrial, el sombrero adornado con plumas de pavo real y flores, en algunos
casos adornados con hilos multicolores de lana sintética, a los sombreros se
suele colocar sujetadores de cinta por la barbilla, todas llevan una sarta de
cascabeles que cuelgan de un manojo de trenzas adornados con cintas de todos
los colores, algunas llevan también una waraca delgada y otras no se olvidan
de la tinya.
Los varones se
visten con sus trajes de fiesta, muchos estrenan ponchos, llevan sus quenas y
algunos una tinya. Los que se disfrazan de dama
llevan sombreros adornados con hilos multicolores de lana sintética, sobre ella
colocan un pato silvestre disecado o un unchuchuku adornado(mamífero
pequeño parecido a la marta), sobre el torso llevan cruzados dos rebusas de colores que deben contrastar y sobre
ella llevan animales de caza disecados, principalmente zorros y tigrillos,
sobre la cintura se amarran un fajín de la cual cuelgan muchas trenzas
multicolores, debajo de la rodilla se amarran el watanas y una sarta de cascabeles y campanillas, además llevan
cruzados en el torso waracas y látigos, cuelgan también de su cuello quenas y
silbato.
Para ser dama no basta disfrazarse, son quienes
representan al hombre aguerrido, valiente y osado.
Me atrevo a sostener
que los damas representan al guerrero
chanca que danza tras una victoria en una batalla o como entrenamiento para
estas artes; en el pukllay los damas bailan desafiantes zigzagueando en
fila india, empuñan la waraca y desafían a su contraparte, retozan dispuestos
a demostrar que son vencedores, el baile se resume en un reto constante;
llegado el encuentro con la contraparte están preparados para retarse a docenas
de siqullu con waraca o látigo. Que
el pukllay en Pomacocha es una
remembranza de la danza guerrera de los chancas, se refuerza con los atuendos,
ya relatamos que sobre la cabeza y la espalda llevan como trofeos pieles de
animales silvestres de difícil caza y llevan armas de guerra de ese entonces
como son las waracas y los látigos. No olvidemos que los guerreros chanca se
ataviaban con pieles de pumas y zorros y sus infaltables waracas.
El pukllay en Pomacocha y los pueblos
vecinos no es, como algunos escriben una festividad agrícola, ni un homenaje al
amor, los apus o al agua; que como
consecuencia de la festividad nazcan amores no puede traducirse que ésta se
celebra como un homenaje al amor, no se venera a ningún apu, en el mejor de los casos se menciona en la tinka como en cualquier otra tinka.
Es una festividad de júbilo y jolgorio total, en todo caso, es una festividad a
la vida humana, en donde se celebra las vivencias de la vida diaria en su
faceta alegre.
El día domingo,
reunidos en la casa de los Daño Campo los
acompañantes encienden el carnaval, algunos de a pie y muchos a caballo, entre
las siete y ocho de la mañana, los grupo se dirigen de prisa al lugar donde, en
los días previos, con un ritual de carnaval se ha cortado y llevado a un punto
elegido el tronco o kullu. El kullu es el amo y señor del pukllay del
día domingo, todos, las autoridades, los
comuneros y niños comentan de ello, el kullu les espera paciente fuera del pueblo
pero ni tan lejos.
Se llama kullu aysay (jalado de tronco) al acto de
jalar a caballo un tronco de aproximadamente cuatro metros de largo que apenas
es levantado por tres o cuatro personas, he visto jalar troncos por dos jinetes
porque la fuerza de un caballo no era suficiente; esta antigua costumbre se
mantiene, porque el pukllay sin el kullu aysay no tendría razón de ser, a
pesar que su finalidad ya no sea muy útil; llevar un tronco era un deber del Daño Campo como parte del servicio a la
comunidad, esos troncos se utilizaban como barrotes en las corridas de toro o
como vigas en alguna construcción; antiguamente conseguir troncos de esas
dimensiones no era tarea fácil, hoy con las plantaciones de eucalipto y la
forestación su valor ya no es lo mismo.
El carnaval se
arremolina alrededor de cada kullu,
el carnaval calienta motores en puntos distintos, los tragucamayuq no cesan de animar con trago a sus músicos, sus
cantantes y sus damas, los Daño Campo
debe estar muy atento de los pequeños grupos de carnaval que llegan de las
alturas u otros pueblos, trata de juntar a la mayor cantidad de acompañantes
posibles, cuanto más acompañantes tenga, la comunidad tendrá la impresión de
que ha pasado mejor el pukllay.
De pronto, con un
lazo de cuero, se empieza a amarrar al tronco de un extremo, algún jinete ya
fue elegido para jalar y le animan con un chunku,
el jinete está más que entusiasmado, varios le recomiendan como debe jalar,
otros empiezan a contar sus hazañas de haber jalado. Jalar tronco era, y aún lo
es, un privilegio del que pocos se jactan. Uno de los que sabe del oficio
empieza a medir el lazo para amarrar a la cincha del caballo, los demás jinetes
también arreglan sus caballos, una vez que el tronco se mueve, el carnaval
avanza tras él; el kullu avanza a
trote, ni muy despacio ni a mucha velocidad hasta el punto de descanso, allí el
carnaval se junta, pero no se mezcla con los demás grupos, hay grupos que
tienen otra ruta. El pukllay se hace
más bullicioso como se compitieran entre todos los grupos, en realidad
solapadamente compiten.
Luego de un breve
descanso avanzan hasta el lugar más próximo del destino final; allí esperan el
tañer de la campana, tocada la campana el kullu debe ingresar al lugar donde anualmente se festeja el kullu aysay, el lugar es una pampa verde que parece alfombrada
llamada Chuñupucru, se asemeja a un gran anfiteatro natural; el
ingreso al lugar es apoteósico, hay espectadores que desde temprano esperan la
llegada del pukllay, los grupos
ingresan uno a uno, los kullus
ingresan raudos, los damas ingresan
danzando y saltando el kullu, tras
ellos un ejército de montados; algunos con gran cantidad de acompañantes
algunos con menos, el pukllay se
apodera del lugar; a la distancia no se puede oír nítidamente las melodías de
la música ni las letras de las canciones, para escucharlos es necesario acercarse
a cada grupo. El kullu es siempre el
centro de atención, llegado a su destino final lo acomodan en un lugar,
agradecen con chunku al jinete que lo
jaló y le sirven su olla, se llama olla a dos porciones de carne cocida y se
le sirve como correspondencia a todo los cuyaq,
es decir, a quienes colaboran con bienes o servicios al Daño Campo.
Mientras el carnaval
se arrecia, se invita a las autoridades principales de la comunidad, se les
hace sentar sobre el kullu, se les
sirve el chunku, chicha y la olla; terminado este ritual, todos los
grupos se dejan llevar por el carnaval hacia lo desconocido, en el lugar se
canta, se baila, se bebe, se encuentra con los seres queridos que les trajo el pukllay, se enamora, se llora de alegría
o tristeza; los damas se retan y se
animan a unos cuantos siqullus, los
que tienen caballo corretean por las calles, compiten con sus caballos, algunos
realizan galanterías con sus caballos, en fin, es un júbilo total. Cuando el
alcohol hace sentir sus efectos el pukllay
llega a su clímax total. Este jolgorio se prolonga hasta aproximadamente las
cuatro de la tarde; luego cada grupo empieza a salir con el eufórico carnaval a
sus casas, a esa hora se almuerza, pero como el pukllay inmuniza el hambre, la sed y las dolencias, muy pocos
almuerzan y prefieren gozar del carnaval. Mucha gente elige pasearse por las
calles, elige divertirse; varios llegaron exclusivamente para el carnaval y
solo quieren carnaval.
Cuando la oscuridad
empieza a opacar los encendidos colores de la vestimenta de los que
carnavalean, nuevamente los paseos comienzan a retumbar con sus cánticos y
guapeo, hay grupos de carnaval por todas partes, la noche será muy corta cuando
del pukllay se trata.
Cuando se abre los
ojos sin darse cuenta que ya es lunes uno se confunde, por el bullicio de los
grupos de carnaval, que aún es domingo por la noche, pero el reloj te vuelve a
la realidad y te hace saber que es hora de despertarse. Ese día a esa hora en
los anexos de Huiracochán y Titayhua, las autoridades del lugar deben ya apurar
con los preparativos, es la misma sensación de las mañanas previas,
colaboradores y ayudantes que tratan de detener el tiempo para que todo salga
bien. El día lunes el pukllay se
traslada a los anexos. Hasta el atardecer, el silencio casi triunfará en el
pueblo.
Por la mañana varios
grupos de montados trasladan el carnaval a Titayhuhua, para ser más precisos el
pukllay se va sobre los caballos, antes
por la ruta corrían decenas de jinetes, hoy los camiones han dejado sin pukllay a los legendarios caballos que
saltaban al escuchar la quena y el cascabel, sea a caballo o en camiones el
carnaval invade Titayhua. En Huiracochán los lugareños no esperan que el
carnaval llegue ni que alguien los lleve, ellos son el pukllay.
En Titayhua se
realiza el kullu aysay, se planta el mallqui o la yunsa; las autoridades principales son invitadas por las
autoridades del lugar que organizan para ofrecerles chunku y olla. Aparte de
estas ceremonias protocolares, el pukllay
se exacerba y se prolonga en un júbilo generalizado, la chicha y el trago
corren como si salieran del manantial. A eso de las dos de la tarde, cuando ya
todos saciaron el pukllay, las tropas de caballo parten raudos, los
camiones repletos de carnaval se impacientan esperando a alguien que se resiste
dejar Titayhua. El carnaval ya embriagado y disminuido se resiste a morir en
Titayhua, y allí se queda.
En la ruta entre
Titayhua y Huiracochán el carnaval no se apaga, compite en carrera con los
caballos; cuando los amantes del carnaval llegan a Huiracochán el kullu ya reposa solitario o a veces
esperan que lleguen, pero los mallquis aún
se resisten a caer. A los recién llegados las autoridades del lugar amablemente
les invitan almuerzo; este es un elemento esencial del pukllay pomacochano, si uno es parte del carnaval, éste te lleva a
alguna casa donde siempre te servirá desayuno, almuerzo y cena, todos los días.
Terminado el
agasajo, el carnaval se agiganta al pie del mallqui,
tras beber un chunku uno a uno van cortando en pareja, pero ya es tarde,
algunos parten al pueblo y los demás lo siguen, los camiones nuevamente
repletos. Casi todo el pukllay corre
al pueblo, pero en Huiracochán el carnaval renace y se queda.
En Pomacocha la
gente que no salió espera ubicado en lugares de amplia visión hacia las calles.
De pronto los niños dan la alerta, corren a ver la llegada del pukllay, algunos
caballos pasan literalmente botando humo por la nariz, las tropas dan vueltas y
vueltas por las calles, allí se ve la resistencia y la velocidad de los
caballos, llegan después de recorrer kilómetros para seguir trotando por las
calles. Otros se pasean a pie, otros beben en las tiendas, el pukllay se apodera nuevamente del
pueblo. El carnaval está por todas partes.
Cuando el cielo
oscurece y algunos deben hacer pausa para guardar sus caballos otros ya salen
al paseo; a esa hora también en la casa del Alcalde y del Gobernador se alistan
para hacer el tradicional waraca tinkay,
comisiones van y vienen, el arpista y el violinista afinan sus instrumentos,
poco a poco el carnaval se hace presente e imparable, en ambas casas es
similar; el anfitrión de la casa debe salir para pedir pausa e invitarles a
todos los presentes que coloquen sobre la mesa todo los instrumentos del pukllay, un capataz se encarga de
recibir; uno a uno, hombres y mujeres deben colocar las waracas, los látigos,
las quenas, las tinyas, los cascabeles, los silbatos, etc. Los instrumentos
musicales y las indumentarias repletas en la mesa, es el centro de atención y
de respeto, si hay que rendir algún homenaje o ritual en el pukllay es a ello, no al agua, ni a
alguna divinidad.
La tinka o tinkapa es un ritual muy importante y sagrado en la cosmovisión
pomacochana, lo sagrado no se relaciona con ningún santo, sino con los apus. La autoridad anfitrión, luego de
que le sirven el chunku, junto a su esposa, quitándose el sombrero se dirige a
la mesa y agradece a sus acompañantes para luego pedir a los apus que al día siguiente todo le salga
bien, se dirige también a cada uno de los instrumentos para pedir que el día
siguiente emitan las mejores melodías, a las waracas y látigos le pide que
haga daño a la contraparte en el siqullu.
Todos los presentes uno a uno con sus respectivas parejas harán ese ritual, la
sensación mágica para el siqullunakuy
del día siguiente es enorme. Cuando todos terminan con el ritual, devuelto los
instrumentos e indumentarias, el pukllay
comienza con más furor.
La rivalidad en el siqullunakuy entre el grupo del
Gobernador y el Alcalde rebasa cualquier teatralización o réplica del pukllay que se hace en otros lugares.
Mientras el carnaval no cesa ni lo hará hasta el día siguiente, los
preparativos para el siqullunakuy
del día martes han comenzado. Martes cruz watay con su siqullunakuy en
Pomacocha no tiene parangón, ese día el pukllay
se encrespa y se fortalece de manera espectacular.