Leocadio Ccaccya Enciso (*)
Antes de vestir a
las cruces el carnaval se anima con tragos para mitigar la resaca y, sale como
si recién comenzara, ese día hay una expectativa especial, el siqullunakuy crea un éxtasis inusual. El
pukllay parece recién llegar, sale
muy temprano, de visita, a las casas de las autoridades, ellos esperan con un
caldo de calabaza o algo similar, ambos grupos avanzan en competencia fría,
cada grupo va sumando más gente. La cantidad que reúna cada grupo será crucial
en el siqullunakuy.
Terminado el
recorrido, el carnaval se concentra en dos grandes grupos, Alcalde y
Gobernador; a esa hora cada grupo cuenta ya con casi la totalidad de sus
acompañantes. Los damas se alistan y
conversan entre ellos, ya saben quiénes están en el lado opuesto.
El arpa, el violín,
las quenas, los cascabeles y las tinyas emiten melodías alegres y de ritmo
acelerado. Me consta que estas melodías, por su ritmo acelerado, fueron
copiadas y adaptadas al carnaval de alguna provincia ayacuchana para el
concurso “Vencedores de Ayacucho” organizada por la FEDIPA. En el ritmo alegre
y acelerado del carnaval pomacochano los
damas danzan haciendo piruetas en fila india empuñando la huaraca o warka, las mujeres le siguen. Retozando
es difícil tocar la quena, al cantar uno se agita rápido, por ello los damas por momentos solamente tocan su
silbato. No hay coreografías elaboradas ni nada, todo se hace de acuerdo al
instinto del goce y júbilo, nadie obliga esforzarse, no hay que cumplir
tiempo, ni demostrar apariencias a ningún jurado.
El día martes, el
reloj no se detiene, es hora de salir, el encuentro con el otro grupo está
pactado a una hora establecida. Antes de andar no cesan de adornar con
serpentinas a los acompañantes, alguien con tinta marca en la mejilla de cada
uno con la letra “A” de Alcalde y “G” de Gobernador en el grupo de éste. La
cruz empieza a moverse, todos tras él, los
damas retozando se adelantan varios metros, cuán ejército de guerreros, los damas, se abren paso por las calles.
El pukllay se abre paso por las calles y
llega donde la cruz será colocada sin ninguna ceremonia especial, en lugar de
ello el carnaval suena con una fuerza inusitada; por costumbre el grupo del
Gobernador tiene que ir a donde le espera el grupo del Alcalde, antes era lo
contrario. El encuentro no podía ser de besamanos, hay una pequeña pampa verde
donde los damas se dicen de todo con
la mirada y, cada grupo hace de todo en el intento de quedar mejor, esta
medición de fuerzas es breve. A un lado de la cruz, en una mesita, las
autoridades protagonistas se acomodan para el chunku de costumbre, pero el ambiente es una competencia no declarada
de canciones y músicos, cada grupo vuelca todo su poder con la intención de
opacar al otro grupo, uno al costado del otro vibran y viven el pukllay, en esa escena nadie baila, solo
mueven la cabeza y las cinturas para entonar con sentimiento las canciones.
Luego de ese breve,
pero intenso júbilo, ambos grupos se dirigen a una pampa dentro de la población
para el siqullunakuy, alrededor hay
espectadores lugareños y de otras comunidades. Llegado al lugar cada grupo se
ubica en un extremo, allí el pukllay
se instala para que como el día domingo se desenfrene y envuelva a los que
carnavalean en un éxtasis de alegría. La chicha y el trago se toma, el rechazo
significa desprecio al quien ofrece, casi todos tienen su trago y todos se
sirven entre ellos; pronto los efectos del alcohol convertirá en parte del
espectáculo, hasta el más apacible observador.
Es hora del siqullunakuy, los Daño Campo delimitan un espacio como si fuese un anfiteatro, todos,
chicos y grandes se aprestan a ver el espectáculo, una piedra mediana es
colocada al centro. Los que encabezan el grupo de damas se acercan para escoger una de las tantas warka’s y para el
sorteo de quien empieza el siqullu,
además se acuerda cuántos siqullus le toca a cada dama. Estas reglas casi son
recientes, se establecen con la finalidad de evitar peleas entre ambos grupos.
Antes el siqullunakuy era libre, no había límites para el número de siqullus,
éstas podían ser a docenas y cada quien con su propia warka, cuando cada quien respondía con su propia warka o látigo, estos instrumentos para el siqullu se trenzaba con diversos
materiales con la finalidad de que sean eficaces, el peso y el material son
importantes, habían de aquellos con las puntas torcidas con nylon, de rafia, de
algodón, etc. Se ha visto látigos, de cuero, con la punta torcida de alambre,
el caso era que si alguien entraba al siqullu
podía ser respondido con una warka o
látigo muy letal, o quien había dado varios siqullus
se negaba a que el otro le responda, ello terminaba a veces en batallas
campales.
El siqullu, aunque muchos vean
horrorizados, es parte esencial del pukllay
y, es una remembranza a los guerreros chancas; consiste en dar un golpe
contundente, utilizando alguna técnica eficaz, con la warka o el látigo en una pierna desnuda del dama retador. Los damas
que tienen oficio en estas artes entrenan y utilizan alguna técnica. El siqullu es una demostración de valentía,
osadía y valor; es un reto al oponente para hacer saber que puede soportar y
hasta mofarse de su siqullu y a su
vez demostrar que él es mejor. Es una exhibición de valor y osadía entre dos
grupos oponentes, vano es buscar otras explicaciones.
El siqullu no es un simple golpe, hay de
aquellos que hacen chorrear sangre de la pierna, que causa estupor en el
espectador, pero para aquellos que pasan por esta experiencia el sangrado es un
“alivio”, el siqullu letal es aquel
que con el golpe deja sangre muerta debajo de la piel y en los días siguientes
se produce un hinchazón generalizado por la zona golpeada, estas causan un
dolor insoportable y hasta dejan postrados en la cama. Por ello, en el
verdadero siqullunakuy, entre damas conocedores de estas artes, no
cualquiera participa. El siqullunakuy
es pues para los de sangre guerrero y osado, de allí sostenemos que ésta
probablemente se mantiene como una remembranza a los valientes guerreros
chancas que después de una batalla hacían sus tambores con las tripas y la piel
del enemigo como una demostración de valor.
Cuando los damas agotan el acuerdo uno de ellos,
coloca uno de los pies sobre la piedra del centro, allí ante la atenta mirada
de todos, con cámaras registrando la escena y con el aliento o la silbatina de
parte de sus compañeros debe pararse firme para no ser derribado por la fuerza
del siqullu, el oponente calcula la
distancia, sujeta con las dos manos la warka
como si fuese una hacha y con su estilo y maña asesta el golpe,
generalmente tres veces, luego el otro dama
debe devolver. Cuando salen, hay alguien atento que frota la pierna con alcohol
y manzana masticada para mitigar los efectos del golpe. Así, uno a uno los damas deben salir para el siqullu, terminada los damas saldrán los acompañantes, luego
las mujeres.
Las mujeres no hacen
un simple acto protocolar, ellas lo harán con el mismo rigor y rivalidad que
los varones con una warka más
delgada, del siqullu casi nadie se
salva, pero nadie obliga y, las autoridades y sus esposas deben abstenerse.
Es necesario un
descanso, y la costumbre así lo establece, pero el carnaval no cesa, todo lo
contrario, el pukllay es un éxtasis
total, a los damas y todos los que
participaron se les anima con licor y chicha; los descontentos por un siqullu mal asestado o un siqullu que recién se siente piden y
quieren la revancha, pero no solo quedará en una revancha, el pukllay por un efecto mágico
inexplicable hace que casi todos estén dispuesto a retarse todos contra todos
al siqullu. Las canciones con
mensajes de llamada al siqullu y en
ocasiones con una mofa entran en rivalidad entre ambos grupos, los daño campo deben tender un cordón para evitar
que las damas se líen a siqullus.
Nuevamente, dejando
un espacio, todos se arremolinan sobre la piedra; el espectáculo será mayor. El
siqullunakuy continuará, pero esta
vez con los temidos látigos, a diferencia de las warka’s éstas son de cuero y tienen una contundencia única. Hay que
tener valor para el siqullu con
látigo. Todos deberán nuevamente colocar el pie sobre esa piedra que todos
miran. Se verá varias piernas ensangrentadas. Las mujeres harán con un látigo
delgado o el pachakchaki, éste es un
látigo delgado de cuero con varios nudos sobre un extremo que simula un
ciempiés, de allí su nombre en quechua. Terminado el siqullunakuy, el pukllay se instala como una metástasis, estalla en un
júbilo incomparable.
Al salir del lugar
el pukllay debe ser controlada y conducida,cada grupo, por
dos rutas distintas, éstos avanzan con un jolgorio a punto de explotar. El
encuentro con el otro grupo puede ser fatal. Hay quienes van llorando de
emoción o frustración, hay de aquellos que cantan valerosos cual guerreros
después de una batalla y hay de aquellos que simplemente gozan el carnaval. Los
grupos avanzan apretados por las calles. Deben ser aproximadamente las cinco de
la tarde, llegando a la casa de la primera autoridad habrá comida, si uno sigue
al carnaval encontrará más comida en cada casa de autoridad. Ya casi de noche,
mientras algunos aún no llegan a sus casas, algunos ya salen al tradicional
paseo de toda las noches.
En tanto los que
pasean hacen carnaval por todo el pueblo, los carguyuq de la yunsa o el mallki
se alistan para la tinca. Sus familiares y acompañantes ya inician lo que será
el mallki; al igual que el día martes
el carguyuq realizará la ceremonia de
la tinka. Repetida todo el ceremonial
de la tinka, salen al watuy, los dos carguyuq de los mallki’s
salen con teteras de mate caliente, chicha, trago y carnaval a visitar a las
autoridades principales. Se recorre las calles a veces en total oscuridad y
bajo lluvia, alumbrándose apenas con algunas linternas, una vez que se llega al
objetivo muchas veces se encuentra con un silencio total, las puertas cerradas,
es que el Gobernador y el Alcalde, a esa hora, literalmente están muertos; pero
el carnaval no entiende razones ni se apiada de nadie, el pukllay hará sentar en la mesa para invitarle yaku quni y chunku. Esa
noche no cesará el pukllay con su
paseo.
Son dos carguyuq, los que el año anterior derribaron
el mallki, los que se encargarán que
el carnaval retumbe otro día más en Pomacocha, en la casa de cada uno de ellos
desde muy temprano preparan todo lo necesario para que el pukllay despierte más vigoroso.
El pukllay en Pomacocha no es uno, son
siete celebraciones que se empatan el uno con el otro de manera tal que no se
deja ningún resquicio de silencio, cada día el carnaval se muda de casa y del
responsable, con algunas excepciones. Cada día la celebración es distinta, es
decir, son siete celebraciones encadenadas que forman un gran pukllay. Por ello la celebración, la
importancia, y la intensidad del último o cualquiera de los días no deben ser
menos que los demás.
El día miércoles, reunidas
una cierta cantidad de acompañantes en la casa del mallki, el carnaval sale a cortar el árbol. Pomacocha está adornada
con eucaliptos, razón por la cual no es necesario ir lejos, al pie de los
eucaliptos suenan las quenas, el arpa, el violín, la tinya y los cascabeles,
algunas voces ya afónicas hacen el esfuerzo para hacerse escuchar. Antes de
asestarle el primer hachazo se hace la tinka
al coposo eucalipto. Una vez en el suelo, se le sujeta al árbol para alzar en
peso y llevar a Chuñupucru, como el
día domingo, este será el escenario del día miércoles. Vestido y adornado el mallki es plantado al compás de las
melodías del pukllay. El mallki no se
planta en silencio como en las ciudades, es toda una ceremonia y celebración,
es también parte esencial del pukllay.
Plantado el mallki se regresa a
almorzar muy temprano.
Allí es la
concentración de todos, o eres parte de uno de los grupos o eres un espectador.
Una vez que los carguyoq adornen con
serpentinas y flores a sus acompañantes el pukllay
tras el retozar de los damas va a Chuñupucro. Ese día se suele cargar
choclos, aún en crecimiento, con sus tallos que se llama qutuna, a esta costumbre año tras año se le va dando menos
importancia.
Cuentan que antes de
la creación política del distrito no se plantaba el mallki, ese día lo llamaban miércoles ceniza y celebraban el warkapascay o uma ampiy (curar la cabeza de los damas tras el siqullunakuy del martes) donde la
revancha del siqullunakuy continuaba
y, algunos bajaban a las quebradas a traer productos nuevos parar la qutuna. Tal vez, ésta haya sido una
celebración a la aparición de productos nuevos, pero, ahora la celebración es
el mallki.
Llegado a Chuñupucro se canta y se baila alrededor
del mallki, los damas, como si por instinto fuese, se retan. Cada grupo instala una
mesita y sobre ella colocan una pequeña hacha desafilada del cual se hará
responsable un capataz, se sirve el chunku
y se invita al carguyuq y su esposa
para que inicien a cortar, luego serán invitados las autoridades principales,
cada uno con sus respectivas parejas tras beber el chunku cortarán también, luego continuarán los comunes. Habrá descansos
cada cierto tiempo. El carnaval conforme pasan las horas se agiganta, habrá siqullunakuy aunque no como el martes.
Cuando ya el mallki está por caer,
casi siempre hay alguien decidido a tumbar. Una vez el mallki yace en el suelo el nuevo carguyuq será agradecido con más chunco y no faltarán quienes le
feliciten.
Ya tarde el pukllay
trasladará los restos del mallki a la
casa del nuevo carguyuq, el carnaval
invade su casa y allí el júbilo es incomprendido, de la cual pocos atestiguan,
los espectadores no suelen llegar allí. Luego se traslada a la casa de la cual
salió, donde la comida es servida, hay de aquellos que carnavalean y cantan plato en
mano; hay que experimentar y ser amantes adictos del pukllay para entender estas emociones. El pukllay es contagioso, pegajoso y narcótico.
Miércoles por la
noche, el carnaval con su paseo, no dejará dormir plácidamente a muchos; si es
que el pukllay tiene defectos, esa
debe ser una de ellas.
El día jueves, para
que este relato no sea reiterativo, en resumen es similar al día lunes, el pukllay se traslada esta vez al anexo Pumacancha. Pero, de ninguna manera se
puede afirmar que es igual. El carnaval tendrá otro escenario, casi a orillas y
a escasa distancia del nacimiento del río Auquituru,
las autoridades del lugar realizarán el kullu aysay
y el mallki, el hermoso paisaje y los
encantos de la naturaleza agregan su encanto al pukllay.
Por la tarde, como
el día lunes, corretean por las calles los que fueron a caballo, algunos se
pasean a pie. El pukllay, nuevamente
se apodera de Pomacocha.
Algunos no llegaran
a sus casas, esa noche es la despedida del carnaval. Jueves por la noche la
despedida es especial. El paseo en el pukllay
es singular, no hay espectadores que puedan atestiguar todo y con la
complicidad de la noche el pukllay se
desinhibe, es radicalmente espontáneo y libertario. En la fría noche el
carnaval calienta en competencias solapadas, cada grupo trata de agrupar más y
hacerse escuchar más, nadie dice que debe ser así, pero así ocurre. Cada grupo
bebe lo que quiere, va por donde quiere y hasta la hora que quiera. Hay de
aquellos que solamente de noche son parte del pukllay; tras el velo de la noche muchos desnudan su timidez. La
noche y el pukllay son muchas veces
cómplices y alcahuetes de amores prohibidos y pasajeros como el carnaval, pero ello
no significa que el pukllay sea una
celebración al amor o la fertilidad, pues, los humanos exteriorizan sus
sentimientos cuando las condiciones están dadas, como ocurre en cualquier
francachela.
De noche el carnaval
es radicalmente espontáneo, donde cada quien se divierte sabiendo que la noche
no delatará sus andanzas.
Relatamos el pukllay de sábado a jueves, en realidad
la celebración comienza el día viernes y debimos empezar de allí, pero el
viernes no es, en estricto, parte del pukllay tradicional, es una celebración
de reciente data donde, los anexos escenifican el carnaval de sus localidades y
el pueblo también presenta lo suyo; organiza la Municipalidad distrital, es una
competencia muy singular, la diferencia con otros concursos es que, los que
hacen la representación del pukllay
no tienen que trasladarse a otro lugar, los participantes y todo lo que se
requiere para el pukllay abundan y,
el escenario es el mismo del pukllay
original, no hay coreografías ni uniformes, ni marco musical, es el pukllay en
tiempo real, está permitido beber moderadamente; para el chunkunakuy se invita a la autoridad y no a un actor. El premio es
simbólico, importa vivir el carnaval. Terminada la competencia, como a las dos
de la tarde, hacen nacer el verdadero pukllay.
(*) En el presente relato, hemos corregido la escritura de las palabras en quechua; nuestro agradecimiento al profesor Zenobio Ortis Cárdenas (quien enseña runa simi en INALCO Paris, Francia) por darnos una lección virtual de gramática quechua.