domingo, 17 de marzo de 2013

PUKLLAY: Tradicional celebración en la Comunidad de Pomacocha, Andahuaylas (segunda parte).



Leocadio Ccaccya Enciso (*)


Carnavales o Pukllay.El día martes, literalmente, los Daño Campo habrán amanecido por las quebradas, ellos por tradición son los encargados de aprovisionar las flores de San José rojo, además de manzanas; las flores servirán de vestimenta para dos cruces ubicados en la parte alta dentro de la población, uno distante del otro; por única vez al año, estas cruces se llevan uno a la casa del Alcalde y otro a la casa del Gobernador, allí se viste con flores, de rojo entero, a ambos extremos se le cuelga una manzana. Es extraña la presencia de estas cruces en el pukllay, porque la cruz apenas es la presencia de un símbolo de la cristiandad, pero en el pukllay la ausencia de la devoción cristiana es notoria, lo que no quiere decir que en Pomacocha no tengan fe cristiana. En el pukllay la cruz ni se asoma al templo, no hay rezos, ni nada. 
Antes de vestir a las cruces el carnaval se anima con tragos para mitigar la resaca y, sale como si recién comenzara, ese día hay una expectativa especial, el siqullunakuy crea un éxtasis inusual. El pukllay parece recién llegar, sale muy temprano, de visita, a las casas de las autoridades, ellos esperan con un caldo de calabaza o algo similar, ambos grupos avanzan en competencia fría, cada grupo va sumando más gente. La cantidad que reúna cada grupo será crucial en el siqullunakuy.
Terminado el recorrido, el carnaval se concentra en dos grandes grupos, Alcalde y Gobernador; a esa hora cada grupo cuenta ya con casi la totalidad de sus acompañantes. Los damas se alistan y conversan entre ellos, ya saben quiénes están en el lado opuesto.
El arpa, el violín, las quenas, los cascabeles y las tinyas emiten melodías alegres y de ritmo acelerado. Me consta que estas melodías, por su ritmo acelerado, fueron copiadas y adaptadas al carnaval de alguna provincia ayacuchana para el concurso “Vencedores de Ayacucho” organizada por la FEDIPA. En el ritmo alegre y acelerado del carnaval pomacochano los damas danzan haciendo piruetas en fila india empuñando la huaraca o warka, las mujeres le siguen. Retozando es difícil tocar la quena, al cantar uno se agita rápido, por ello los damas por momentos solamente tocan su silbato. No hay coreografías elaboradas ni nada, todo se hace de acuerdo al instinto del goce y júbilo, nadie obliga esforzarse, no hay que cumplir tiempo, ni demostrar apariencias a ningún jurado.
El día martes, el reloj no se detiene, es hora de salir, el encuentro con el otro grupo está pactado a una hora establecida. Antes de andar no cesan de adornar con serpentinas a los acompañantes, alguien con tinta marca en la mejilla de cada uno con la letra “A” de Alcalde y “G” de Gobernador en el grupo de éste. La cruz empieza a moverse, todos tras él, los damas retozando se adelantan varios metros, cuán ejército de guerreros, los damas, se abren paso por las calles.
Pukllay o carnavales.Pukllay o carnavalEl pukllay se abre paso por las calles y llega donde la cruz será colocada sin ninguna ceremonia especial, en lugar de ello el carnaval suena con una fuerza inusitada; por costumbre el grupo del Gobernador tiene que ir a donde le espera el grupo del Alcalde, antes era lo contrario. El encuentro no podía ser de besamanos, hay una pequeña pampa verde donde los damas se dicen de todo con la mirada y, cada grupo hace de todo en el intento de quedar mejor, esta medición de fuerzas es breve. A un lado de la cruz, en una mesita, las autoridades protagonistas se acomodan para el chunku de costumbre, pero el ambiente es una competencia no declarada de canciones y músicos, cada grupo vuelca todo su poder con la intención de opacar al otro grupo, uno al costado del otro vibran y viven el pukllay, en esa escena nadie baila, solo mueven la cabeza y las cinturas para entonar con sentimiento las canciones.
Carnavales, PukllayLuego de ese breve, pero intenso júbilo, ambos grupos se dirigen a una pampa dentro de la población para el siqullunakuy, alrededor hay espectadores lugareños y de otras comunidades. Llegado al lugar cada grupo se ubica en un extremo, allí el pukllay se instala para que como el día domingo se desenfrene y envuelva a los que carnavalean en un éxtasis de alegría. La chicha y el trago se toma, el rechazo significa desprecio al quien ofrece, casi todos tienen su trago y todos se sirven entre ellos; pronto los efectos del alcohol convertirá en parte del espectáculo, hasta el más apacible observador.
Es hora del siqullunakuy, los Daño Campo delimitan un espacio como si fuese un anfiteatro, todos, chicos y grandes se aprestan a ver el espectáculo, una piedra mediana es colocada al centro. Los que encabezan el grupo de damas se acercan para escoger una de las tantas warka’s y para el sorteo de quien empieza el siqullu, además se acuerda cuántos siqullus le toca a cada dama. Estas reglas casi son recientes, se establecen con la finalidad de evitar peleas entre ambos grupos. Antes el siqullunakuy era libre, no había límites para el número de siqullus, éstas podían ser a docenas y cada quien con su propia warka, cuando cada quien respondía con su propia warka o látigo, estos instrumentos para el siqullu se trenzaba con diversos materiales con la finalidad de que sean eficaces, el peso y el material son importantes, habían de aquellos con las puntas torcidas con nylon, de rafia, de algodón, etc. Se ha visto látigos, de cuero, con la punta torcida de alambre, el caso era que si alguien entraba al siqullu podía ser respondido con una warka o látigo muy letal, o quien había dado varios siqullus se negaba a que el otro le responda, ello terminaba a veces en batallas campales.
El siqullu, aunque muchos vean horrorizados, es parte esencial del pukllay y, es una remembranza a los guerreros chancas; consiste en dar un golpe contundente, utilizando alguna técnica eficaz, con la warka o el látigo en una pierna desnuda del dama retador. Los damas que tienen oficio en estas artes entrenan y utilizan alguna técnica. El siqullu es una demostración de valentía, osadía y valor; es un reto al oponente para hacer saber que puede soportar y hasta mofarse de su siqullu y a su vez demostrar que él es mejor. Es una exhibición de valor y osadía entre dos grupos oponentes, vano es buscar otras explicaciones.
El siqullu no es un simple golpe, hay de aquellos que hacen chorrear sangre de la pierna, que causa estupor en el espectador, pero para aquellos que pasan por esta experiencia el sangrado es un “alivio”, el siqullu letal es aquel que con el golpe deja sangre muerta debajo de la piel y en los días siguientes se produce un hinchazón generalizado por la zona golpeada, estas causan un dolor insoportable y hasta dejan postrados en la cama. Por ello, en el verdadero siqullunakuy, entre damas conocedores de estas artes, no cualquiera participa. El siqullunakuy es pues para los de sangre guerrero y osado, de allí sostenemos que ésta probablemente se mantiene como una remembranza a los valientes guerreros chancas que después de una batalla hacían sus tambores con las tripas y la piel del enemigo como una demostración de valor.
Carnaval, PukllayCARNAVAL, PUKLLAYCuando los damas agotan el acuerdo uno de ellos, coloca uno de los pies sobre la piedra del centro, allí ante la atenta mirada de todos, con cámaras registrando la escena y con el aliento o la silbatina de parte de sus compañeros debe pararse firme para no ser derribado por la fuerza del siqullu, el oponente calcula la distancia, sujeta con las dos manos la warka como si fuese una hacha y con su estilo y maña asesta el golpe, generalmente tres veces, luego el otro dama debe devolver. Cuando salen, hay alguien atento que frota la pierna con alcohol y manzana masticada para mitigar los efectos del golpe. Así, uno a uno los damas deben salir para el siqullu, terminada los damas saldrán los acompañantes, luego las mujeres.
Las mujeres no hacen un simple acto protocolar, ellas lo harán con el mismo rigor y rivalidad que los varones con una warka más delgada, del siqullu casi nadie se salva, pero nadie obliga y, las autoridades y sus esposas deben abstenerse.
Es necesario un descanso, y la costumbre así lo establece, pero el carnaval no cesa, todo lo contrario, el pukllay es un éxtasis total, a los damas y todos los que participaron se les anima con licor y chicha; los descontentos por un siqullu mal asestado o un siqullu que recién se siente piden y quieren la revancha, pero no solo quedará en una revancha, el pukllay por un efecto mágico inexplicable hace que casi todos estén dispuesto a retarse todos contra todos al siqullu. Las canciones con mensajes de llamada al siqullu y en ocasiones con una mofa entran en rivalidad entre ambos grupos, los daño campo deben tender un cordón para evitar que las damas se líen a siqullus.
Carnaval, pukllayNuevamente, dejando un espacio, todos se arremolinan sobre la piedra; el espectáculo será mayor. El siqullunakuy continuará, pero esta vez con los temidos látigos, a diferencia de las warka’s éstas son de cuero y tienen una contundencia única. Hay que tener valor para el siqullu con látigo. Todos deberán nuevamente colocar el pie sobre esa piedra que todos miran. Se verá varias piernas ensangrentadas. Las mujeres harán con un látigo delgado o el pachakchaki, éste es un látigo delgado de cuero con varios nudos sobre un extremo que simula un ciempiés, de allí su nombre en quechua. Terminado el siqullunakuy, el pukllay  se instala como una metástasis, estalla en un júbilo incomparable.
Al salir del lugar el pukllay debe  ser controlada y conducida,cada grupo, por dos rutas distintas, éstos avanzan con un jolgorio a punto de explotar. El encuentro con el otro grupo puede ser fatal. Hay quienes van llorando de emoción o frustración, hay de aquellos que cantan valerosos cual guerreros después de una batalla y hay de aquellos que simplemente gozan el carnaval. Los grupos avanzan apretados por las calles. Deben ser aproximadamente las cinco de la tarde, llegando a la casa de la primera autoridad habrá comida, si uno sigue al carnaval encontrará más comida en cada casa de autoridad. Ya casi de noche, mientras algunos aún no llegan a sus casas, algunos ya salen al tradicional paseo de toda las noches.
En tanto los que pasean hacen carnaval por todo el pueblo, los carguyuq de la yunsa o el mallki se alistan para la tinca. Sus familiares y acompañantes ya inician lo que será el mallki; al igual que el día martes el carguyuq realizará la ceremonia de la tinka. Repetida todo el ceremonial de la tinka, salen al watuy, los dos carguyuq de los mallki’s salen con teteras de mate caliente, chicha, trago y carnaval a visitar a las autoridades principales. Se recorre las calles a veces en total oscuridad y bajo lluvia, alumbrándose apenas con algunas linternas, una vez que se llega al objetivo muchas veces se encuentra con un silencio total, las puertas cerradas, es que el Gobernador y el Alcalde, a esa hora, literalmente están muertos; pero el carnaval no entiende razones ni se apiada de nadie, el pukllay hará sentar en la mesa para invitarle yaku quni y chunku. Esa noche no cesará el pukllay con su paseo.
Son dos carguyuq, los que el año anterior derribaron el mallki, los que se encargarán que el carnaval retumbe otro día más en Pomacocha, en la casa de cada uno de ellos desde muy temprano preparan todo lo necesario para que el pukllay  despierte más vigoroso.
El pukllay en Pomacocha no es uno, son siete celebraciones que se empatan el uno con el otro de manera tal que no se deja ningún resquicio de silencio, cada día el carnaval se muda de casa y del responsable, con algunas excepciones. Cada día la celebración es distinta, es decir, son siete celebraciones encadenadas que forman un gran pukllay. Por ello la celebración, la importancia, y la intensidad del último o cualquiera de los días no deben ser menos que los demás.
El día miércoles, reunidas una cierta cantidad de acompañantes en la casa del mallki, el carnaval sale a cortar el árbol. Pomacocha está adornada con eucaliptos, razón por la cual no es necesario ir lejos, al pie de los eucaliptos suenan las quenas, el arpa, el violín, la tinya y los cascabeles, algunas voces ya afónicas hacen el esfuerzo para hacerse escuchar. Antes de asestarle el primer hachazo se hace la tinka al coposo eucalipto. Una vez en el suelo, se le sujeta al árbol para alzar en peso y llevar a Chuñupucru, como el día domingo, este será el escenario del día miércoles. Vestido y adornado el mallki es plantado al compás de las melodías del pukllay. El mallki no se planta en silencio como en las ciudades, es toda una ceremonia y celebración, es también parte esencial del pukllay. Plantado el mallki se regresa a almorzar muy temprano.
Allí es la concentración de todos, o eres parte de uno de los grupos o eres un espectador. Una vez que los carguyoq adornen con serpentinas y flores a sus acompañantes el pukllay tras el retozar de los damas va a Chuñupucro. Ese día se suele cargar choclos, aún en crecimiento, con sus tallos que se llama qutuna, a esta costumbre año tras año se le va dando menos importancia.
Cuentan que antes de la creación política del distrito no se plantaba el mallki, ese día lo llamaban miércoles ceniza y celebraban el warkapascay o uma ampiy (curar la cabeza de los damas tras el siqullunakuy del martes) donde la revancha del siqullunakuy continuaba y, algunos bajaban a las quebradas a traer productos nuevos parar la qutuna. Tal vez, ésta haya sido una celebración a la aparición de productos nuevos, pero, ahora la celebración es el mallki.
Llegado a Chuñupucro se canta y se baila alrededor del mallki, los damas, como si por instinto fuese, se retan. Cada grupo instala una mesita y sobre ella colocan una pequeña hacha desafilada del cual se hará responsable un capataz, se sirve el chunku y se invita al carguyuq y su esposa para que inicien a cortar, luego serán invitados las autoridades principales, cada uno con sus respectivas parejas tras beber el chunku cortarán también, luego continuarán los comunes. Habrá descansos cada cierto tiempo. El carnaval conforme pasan las horas se agiganta, habrá siqullunakuy aunque no como el martes. Cuando ya el mallki está por caer, casi siempre hay alguien decidido a tumbar. Una vez el mallki yace en el suelo el nuevo carguyuq será agradecido con más chunco y no faltarán quienes le feliciten.
Ya tarde el pukllay trasladará los restos del mallki a la casa del nuevo carguyuq, el carnaval invade su casa y allí el júbilo es incomprendido, de la cual pocos atestiguan, los espectadores no suelen llegar allí. Luego se traslada a la casa de la cual salió, donde la comida es servida, hay de aquellos que carnavalean y cantan plato en mano; hay que experimentar y ser amantes adictos del pukllay para entender estas emociones. El pukllay es contagioso, pegajoso y narcótico.
Miércoles por la noche, el carnaval con su paseo, no dejará dormir plácidamente a muchos; si es que el pukllay tiene defectos, esa debe ser una de ellas.
El día jueves, para que este relato no sea reiterativo, en resumen es similar al día lunes, el pukllay se traslada esta vez al anexo Pumacancha. Pero, de ninguna manera se puede afirmar que es igual. El carnaval tendrá otro escenario, casi a orillas y a escasa distancia del nacimiento del río Auquituru, las autoridades del lugar realizarán el kullu aysay y el mallki, el hermoso paisaje y los encantos de la naturaleza agregan su encanto al pukllay.
Por la tarde, como el día lunes, corretean por las calles los que fueron a caballo, algunos se pasean a pie. El pukllay, nuevamente se apodera de Pomacocha.
Algunos no llegaran a sus casas, esa noche es la despedida del carnaval. Jueves por la noche la despedida es especial. El paseo en el pukllay es singular, no hay espectadores que puedan atestiguar todo y con la complicidad de la noche el pukllay se desinhibe, es radicalmente espontáneo y libertario. En la fría noche el carnaval calienta en competencias solapadas, cada grupo trata de agrupar más y hacerse escuchar más, nadie dice que debe ser así, pero así ocurre. Cada grupo bebe lo que quiere, va por donde quiere y hasta la hora que quiera. Hay de aquellos que solamente de noche son parte del pukllay; tras el velo de la noche muchos desnudan su timidez. La noche y el pukllay son muchas veces cómplices y alcahuetes de amores prohibidos y pasajeros como el carnaval, pero ello no significa que el pukllay sea una celebración al amor o la fertilidad, pues, los humanos exteriorizan sus sentimientos cuando las condiciones están dadas, como ocurre en cualquier francachela.
De noche el carnaval es radicalmente espontáneo, donde cada quien se divierte sabiendo que la noche no delatará sus andanzas.
Relatamos el pukllay de sábado a jueves, en realidad la celebración comienza el día viernes y debimos empezar de allí, pero el viernes no es, en estricto, parte del pukllay tradicional, es una celebración de reciente data donde, los anexos escenifican el carnaval de sus localidades y el pueblo también presenta lo suyo; organiza la Municipalidad distrital, es una competencia muy singular, la diferencia con otros concursos es que, los que hacen la representación del pukllay no tienen que trasladarse a otro lugar, los participantes y todo lo que se requiere para el pukllay abundan y, el escenario es el mismo del pukllay original, no hay coreografías ni uniformes, ni marco musical, es el pukllay en tiempo real, está permitido beber moderadamente; para el chunkunakuy se invita a la autoridad y no a un actor. El premio es simbólico, importa vivir el carnaval. Terminada la competencia, como a las dos de la tarde, hacen nacer el verdadero pukllay.

(*) En el presente relato, hemos corregido la escritura de las palabras en quechua; nuestro agradecimiento al profesor Zenobio Ortis Cárdenas (quien enseña runa simi en INALCO Paris, Francia) por darnos una lección virtual de gramática quechua.