domingo, 22 de diciembre de 2013

LA NAVIDAD Y LA NIÑEZ EN LOS ANDES

Leocadio Ccaccya Enciso

 La Navidad es una costumbre de origen europea hecha nuestra; hasta no hace mucho, prácticamente, en algunas comunidades no existía.

 En Pomacocha, hasta inicios de la década de los noventa, año que migré, la noche del día 24 de diciembre era una noche cualquiera; nada de juguetes, nada de regalos, nada de cuetes, nada de chocolatada, nada de pavos, el panetón llegaba porque algún familiar nos enviaba de Lima y era devorada en el instante, es una delicia que hasta ahora me apetece.
Tomada de La Diáspora - Latino Digital Magazine.

 Mi generación creció en una comunidad donde de la existencia de la Navidad apenas se sabía, el día 24 se dormía como cualquier noche, nadie reclamaba regalos; en mi niñez no recibí un juguete por Navidad, ni ropa nueva, no reclamé la ausencia de ello, menos me sentía triste, porque aquello era normal, porque ningún niño recibía regalo por Navidad.

 La ausencia de los juguetes de fabricación industrial, se extendió por toda mi niñez, con algunas excepciones; fue parte del juego y del entretenimiento el fabricar nuestros propios juguetes, cortar una rama del árbol y fabricar un trompo era apasionante, construir carritos de arcilla requería de una creatividad que la hacía con pasión , construir carreteras y puentes sobre tierra firme para empujar los carritos de arcilla eran parte del juego, construir casitas de piedras con sus corrales, con sus andenes de sembrío, sus plantaciones de árboles, atrapar mariposas en el campo, etc.  era lo que más me encantaba y me hacía feliz, la privación de ello era un castigo, es decir, solo necesitaba de tiempo para jugar y ser feliz, lo material era irrelevante. No creo equivocarme al afirmar, que todos los niños, así, éramos felices.

Tomado de El Informativo del Perú
 En aquellos tiempos las ONGs no llegaban, de las entidades caritativas no se sabía. No me opongo a las donaciones, ni menos rechazo la solidaridad; pero, cómo se explica ahora, cuando por el proceso de aculturación, influenciado por los medios de comunicación se ha impregnado la idea de que la Navidad para los niños es sinónimo de regalos y si no hay regalos es una Navidad triste, casi no es Navidad. Es muy probable, ahora, cuando un niño recibe un regalo y el otro no recibe, el quien no recibe se sienta triste, por más que se diga que el amor y la unión de la familia son lo más importante.

 
 No diré que los tiempos de mi niñez fue mejor o que imitemos aquello, pero este sistema dominado por los mercantilistas que dan prioridad a lo material, que tiene por devoción la acumulación de riqueza, y se esmeran en crear una sociedad consumista en lugar de llevar desarrollo a nuestras comunidades ha incrementado las inequidades.

 Alguien dirá la libertad, pero este sistema, es este aspecto, te ofrece una libertad parametrada, cuando te abruma con una publicidad con un mensaje de que la felicidad está directamente relacionada a lo material, cuando te venden la idea de que la felicidad y la prosperidad es sinónimo de artículos suntuosos, cuando se ha mentalizado que la Navidad es sinónimo de regalos para los niños, nos obliga indirectamente a hacer lo que los medios nos vende, vale decir, imitar esa sociedad idealizada donde la felicidad está ligada a cuánto tienes y qué tienes.

Tomado de NAPA, No Apta Para Adultos
 Imaginemos que no sea costumbre los regalos en Navidad, donde nadie hace campañas para regalar, es decir, como los años ochenta en Pomacocha, si ello fuese así, nadie se sentiría mal a falta de regalos, pero ahora, como todos regalan, tenemos una obligación moral de comprar un juguete para nuestros hijos, aun teniendo que sacrificar nuestro exiguo presupuesto. Hay que comprarle algo para los niños porque de lo contrario se sentirán mal, viendo que otros reciben algo, hay que comprar regalos porque la Navidad es para compartir, hay que comprar panetón porque en Navidad todos lo comen, hay que preparar una cena, si es con pavo mejor. Hay que comprar. 

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