sábado, 11 de octubre de 2014

CUANDO EL EGO ES MÁS GRANDE QUE NUESTROS PUEBLOS

Leocadio Ccaccya Enciso

En cada campaña electoral, la pobreza de nuestras comunidades es la bandera de los candidatos. Lo que no está mal. Todos dicen tener vocación de servicio para el pueblo, afirman que el principal motivo por lo que postulan es la calamitosa situación socio económico en que están sumidos nuestros pueblos. Siempre prometen cambiar aquella situación. 
Nuestros candidatos son tan solidarios y empáticos, son filántropos ocasionales, echan la mano a la billetera y gastan en campaña, algunos más y otros menos, para pedir la oportunidad de servir a su pueblo. Aseguran que no tienen ningún interés de aprovecharse. Aunque no tengan propuestas y carezcan de planes de desarrollo, según ellos el compromiso basta.
Comunidad Campesina Pomacocha
Si fuese verdad aquello, nuestros pueblos no debieran darse el lujo de desechar tal ofrecimiento ni nuestros candidatos deben esperar un cargo. Para ser cierta, la vocación de servicio debe demostrarse y no pregonar solamente en campañas electorales.
Durante el debate en la campaña, candidatos, militantes, simpatizantes y/o comuneros coincidimos en algo: todos queremos el desarrollo para nuestros pueblos. Todos queremos lo mismo. ¿Tamaña voluntad realmente existe?
En teoría, si todos queremos lo mismo, no habría ningún impedimento para realizar. Sin embargo, muchos en la práctica, por el contrario, con sus actitudes impiden su realización y hasta luchan para que no se realice.
Estancia en Pomacocha
Así, tenemos desde los candidatos perdedores que al día siguiente de la elección ya están planeando la revocatoria, otros que se oponen por oponer para que la gestión del quien ganó fracase y hasta boicotean, hay también de aquellos que desaparecen del escenario hasta la siguiente campaña y no faltan de aquellos que son indiferentes cuando no tienen un cargo público, son escasos los consecuentes con sus principios.
Pero aquello depende mucho también de los elegidos y de quienes tienen un cargo público, en contraposición de lo ofrecido no cumplen su promesa, no practican la concertación. Una vez en el cargo se creen los reyezuelos, se creen el que todo lo sabe y conoce, en el mejor de los casos aparentan escuchar las sugerencias mas no lo toman en cuenta y hasta rechazan. Una vez en el poder el ego es más grande que su pueblo. Confunden autoridad con soberbia.
En la práctica estas actitudes son castigadas por los electores, no eligiendo o no volviendo a elegir.  No es que el elector se vende por un plato de lentejas. Es poco serio y antidemocrático considerar a nuestros compueblanos como unos “tarados” que venden su voto por unos regalos. Es arrogante tratar como ciudadanos de segunda a nuestros semejantes. En nuestras comunidades los candidatos tienen la oportunidad de llegar uno por uno a los electores. Nos conocemos entre todos. Los psicosociales y la guerra sucia no definen. 
Comunidad Campesina Tumay Huaraca
¿Entonces, eligen bien? casi siempre no. Sucede que como ya todos nos conocemos, suelen depositar la confianza y la esperanza en alguien nuevo para el cargo, el elegido casi siempre no responde a sus expectativas y algunas veces traiciona su confianza. Pero aquello debe ser superado con la participación de todos.
Pasada las elecciones, es momento de demostrar con hechos lo que se ofreció hasta la saciedad. Ganadores, perdedores y todos en general pasemos del discurso a la práctica, cada uno desde el lugar en que, socialmente, estemos ubicados.  En democracia, realizada las elecciones se debe aceptar los resultados, no es democrático presagiar o provocar el fracaso cuando es electo el candidato que no fue de nuestra simpatía.
Que nuestros pueblos sufran las consecuencias de la indiferencia de la clase política es repugnante, que también padezca las consecuencias del olvido de las autoridades regionales es  doblemente repugnante, pero que nuestras comunidades además carguen las consecuencias de la fútil zancadilla por el ego y la soberbia de sus propios hijos en perjuicio del pueblo es terriblemente vergonzoso.
Comunidad Campesina Huayana
No confundamos, nosotros somos el pueblo, somos el incómodo porcentaje de pobreza extrema, los primeros interesados en que esto cambie. Si nos indignamos con la corrupción de nuestra clase política que nos gobierna, si nos quejamos por la traición de lo ofrecido en campaña por nuestros gobernantes, si somos quienes sufrimos impotentes de ver por la prensa cómo nuestros políticos roban por millones cuando hay muchas necesidades básicas insatisfechas, no debemos nosotros hacer lo mismo y jugar en contra de nuestras comunidades.

Es hora de adecentar la política desde abajo, con el ejemplo. No perdamos la esperanza, esto puede y debe cambiar, nosotros debemos de hacerlo.






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