Por: Leocadio Ccaccya Enciso
Más cruel no se puede ser, es momento de decir
basta.
Que las canastas no llegaran a quienes
realmente la necesitaban, sin duda, es responsabilidad del Alcalde. Que haya
indicios de delito, tampoco se puede negar. Que alguien se aprovechó de su
cargo para favorecer a otro, es probable. Que haya una incompetencia del tamaño
de Puyca para repartir los víveres sin dejar descontentos, es cierto; pero ello
no amerita que se haya desatado una polémica no antes vista en las redes
sociales, a tal punto de hacernos quedar como un pueblo que discute, con ajos y
cebollas, de cosas menudas.
Es asombroso y sin precedentes la discusión en
las redes sociales (251 comentarios en la cuenta de Marcelino Yalle. 110
comentarios en el grupo Pomacocha, sin contar en otras cuentas).
TEMA DE DISCUSIÓN: la canasta de víveres. Todo porque
la bendita canasta no se dio a quien uno quería o se le entregó a quien se
supone que no se debe entregar.
Se puede concluir que, en la mayoría de casos,
el móvil de la discusión es el interés particular y no el bien común. De otra
manera no se explica, por qué no hubo interés en fiscalizar por ejemplo los más
de 20 millones de soles de la gestión anterior y se esmeran en decir que hubo
corrupción y robo de los 50 mil soles (una simple multiplicación nos dice que
192 canastas por 241.1 soles son 46,291.2 más los gastos de movilidad y
distribución que falta rendir) donde el margen para el robo es estrecho a
comparación de otros gastos y administraciones ediles.
Como las infraestructuras (una carretera, un
colegio o una posta médica) son bienes públicos que no suman al patrimonio
privado; los víveres, en cambio, son bienes que si no se entregan afectan el
interés particular de una persona; entonces nos atiza la ira.
De pronto, milagrosamente, hubo un interés por
la justicia. Se descubrió la corrupción, se hizo visible el favoritismo. ¿La
cuarentena despertó al pueblo? Hasta antes de este lamentable hecho,
supuestamente todo estaba en orden, todos conformes.
Lo que no se dieron cuenta es que alguien se
dio el lujo de utilizar el hecho para manipular a la mayoría de los justicieros
y perseguidores de la corrupción.
Alguien, en forma anónima, redactó un documento
que comenzaba así: “Malditos mil veces malditos los que se creen pendejos” es
el José Domingo Pérez pomacochano parecieron decir y lo convirtieron en casi un
héroe. Hizo llegar el documento a una emisora radial que se limitó a leer el
documento sin analizar el contenido del documento y contrastar con la otra
parte, sin cumplir con lo más elemental de una prensa seria. Luego, se crea la cuenta
Jasiel Jas en Facebook y se publica la misma información. La intención es
clara: con documentos anónimos y cuentas falsas alguien quiere saldar cuentas
personales utilizando métodos propios de facinerosos.
Si alguien quiere seguir su juego es decisión
de cada uno.
El alcalde tendrá que rendir cuentas, en su
momento, aún está dentro del plazo de la ley. Hacer pública la denuncia y
canalizar por conducto regular, sin viralizar nuestros asuntos domésticos era
lo sensato.
Que no haya una respuesta oficial de la Municipalidad aclarando el
asunto deja más dudas, es cierto. Pero no por eso podemos dar una imagen fuera
de fronteras donde la discusión está enriquecida con adjetivos y con sentencias
anticipadas de corrupto y ladrón, esto solamente desnuda nuestra endeble
instrucción. Como dice Eliseo Enciso Antay cuando se trata de regalos somos
altamente sensibles, pero si se trata de asuntos primordiales (como la
educación) para el desarrollo de nuestro pueblo somos indiferentes.