lunes, 31 de marzo de 2014

LA MODA LLAMADA “PUKLLAY”

Leocadio Ccaccya Enciso

 Como consecuencia de la realización del mega evento llamado pukllay, se ha hecho moneda corriente llamar pukllay a cuanto evento carnavalesco haya.
Foto tomada del facebook: Fedipa Carnavales Ayacucho
Hay quienes denominan pukllay a las danzas que se hacen en representación del carnaval de algún pueblo de nuestro Perú profundo o a los concursos de estos, hay también de aquellos que llaman pukllay a los concursos o las presentaciones de las denominadas comparsas carnavalescas realizadas por los migrantes que viven en las grandes ciudades y, hay otros tantos que denominan pukllay-carnaval (así, ambos a la vez, como si fuese un nuevo género) o carnaval-pukllay a algún evento comercial donde se planta una yunsa y se baila cualquier género musical, pero menos el pukllay.
Ahora hay quienes conciben al pukllay como una danza (debo precisar que valoro y admiro las danzas) y por tanto entrenan para que los pasos sean sincronizados, se adiestra a los danzarines para hacer coreografías y la vestimenta es cuan uniforme de un ejército, todos iguales y del mismo color. Claro, dirán que es un arte, y tienen razón, es una fascinante creación artística, pero distinta al pukllay.
Lo que se debe precisar es que no puede llamarse pukllay a una creación artística con fines de agradar a un jurado para ganar un concurso o para deliberadamente llamar la atención de las cámaras. El pukllay es una costumbre, es una tradición, es una fiesta donde lo que importa es alegrarse a través del canto, del baile, de la ejecución de los instrumentos musicales, disfrutar de la comida, etc. En el pukllay no hay pasos sincronizados previamente elaborados, no hay coreografías, no hay jurados, no hay premios económicos, las vestimentas no obedecen a un patrón establecido.
Muchos voluntarios dicen difundir y hacer conocer al mundo las costumbres de sus pueblos, dicen re valorar la tradición, y en algunos casos dicen rescatar las costumbres que en el tiempo ya se había perdido. Admito que debe haber excepciones.
Foto tomada del Facebook: Raúl Fernadez Prado
Pero la experiencia enseña que en lugar de preservar la costumbre, se distorsiona.  Aclaro que no soy conservador, sé que todo cambia, ha cambiado mucho y nada es igual a lo que fue en su origen, sea en la inclusión de instrumentos musicales nuevos, en su forma de vestir, etc. Si este cambio obedeciera a un proceso de aculturación desde las mismas comunidades se entendería como un cambio normal que ocurre en cualquier sociedad. Lo que no se entiende es la actitud de quienes en nombre de la difusión y la revaloración del pukllay modifican la costumbre de los pueblos fuera de ella y lo llevan a las comunidades; inventan pasos de baile que nunca se había visto en las comunidades (hay coreografías marcialmente elaboradas, hacen letras, flores, corazones, etc.). inventan vestimentas que las comunidades no habían utilizado (es  común ver las camisas manga larga a cuadros que es casi general en toda las danzas, ponchos de tela estampados con publicidad, las polleras con diseños totalmente distinto a la de las comunidades, etc.) en lugar de la tinya llevan, para llamar la atención, una réplica como símbolo del pukllay, porque hay de aquellos que en su música ya no incluyen este instrumento pero danzan con un objeto parecido a la tinya, vemos también cómo algunos bailarines pretenden llamar la atención con tremendos quenachos de PVC que por el tamaño del brazo humano y el diámetro del tubo es casi imposible ejecutar semejante quenacho.
Foto Victor Amadeo Zarabia
No creo equivocarme que todo ello obedece a un objetivo: ganar concursos donde el premio es económico. Confieso que, hace muchos años, he participado y constatado esa experiencia, fui testigo de cómo las comparsas carnavalescas de los residentes en la capital de la provincia de Andahuaylas y la región Ayacucho hacían, y aún lo hacen, denodados esfuerzos y dedicaban muchas horas de entrenamiento para sincronizar los pasos, inventar nuevos pasos del baile que sean más “llamativos e impresionantes” para el jurado, todo con la única finalidad de ser los campeones. Incluso muchas comunidades asisten a estos eventos atraídos por el premio económico, y las ansias de campeonar hacen que, en algunos casos, realicen una teatralización distinta sus costumbres.

Foto Víctor  Amadeo Zarabia
Lo positivo de todo ello es que, gracias a quienes hacen el esfuerzo de organizar estos eventos, los medios de comunicación han hecho saber al país y la comunidad internacional que existe en el Perú una costumbre llamada pukllay, practicada por nuestras comunidades, en sus diferentes versiones y con diversos matices. Queda como tarea la enorme responsabilidad, de quienes promueven y de quienes hacen posible la asistencia a estos concursos, de difundir y hacer conocer a quienes no sabían de su existencia, de que las representaciones artísticas o réplicas para merecerse llamar pukllay deben ser lo más parecido posible al pukllay original que solamente se realizan en los pueblos que dicen ser de donde vienen. Caso contrario, venderemos la imagen de un falso pukllay, quienes no saben y no conocen el pukllay original, corren el riesgo de creer que el pukllay es un concurso de danzas que hacen una representación artística.

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